viernes, 28 de diciembre de 2012

Cueva del Moraig

 
Aprovechando unos días buceando y haciendo prácticas para el curso Divemaster, en el mes de octubre, mis compañeros y yo tuvimos la oportunidad de hacer un buceo poco habitual para lo que venimos haciendo. Nos introdujimos en la Cueva de Moraig, situada en la localidad Valenciana de Benitachell. Esta cueva se trata ni mas ni menos que de un río subterráneo de agua dulce que acaba en el mar, cuya desembocadura a través de un túnel no completamente inundado, es francamente preciosa.
 
El acceso a la cueva se hace desde el mar y desde otra cueva cercana, llegando a una precioso pozo de techo abierto de aguas azuladas, donde una haloclina intensa nos sumerge en esa borrosidad tan característica. El agua fría proveniente de la cueva se hace notar, pero no por ello merma nuestro entusiasmo en conocer su interior.
 
Foto: David Hernández
 
 
Foto: David Hernández
Desde este "pozo abierto" (no se si es correcto llamarlo así, quizá cenote sería más adecuado) y atravesando una zona de muchas piedras y difícil acceso, nos sumergimos en la cueva que comienza con un pronunciado descenso. Su galería es amplia, llena de fragmentos de rocas caídas, que marcan el camino hasta que llegamos a un punto donde la galería es uniforme, nivelada y recta. Avanzamos pausadamente disfrutando de semejante experiencia de aislamiento, controlando nuestro lento avanzar. Una angulosa curva a la izquierda y un severo cartel de explícito peligro nos advierte del riesgo de avanzar, así que, como obedientes soldados, ponemos fin a nuestro avance. No pretendemos adentrarnos en las entrañas de la tierra, sólo poder experimentar la sensación de estar ahí abajo de un forma segura y controlada. Con haber explorado la entrada a la Cueva del Moraig y su bonito acceso desde el mar nos damos por satisfechos.
 
Foto: David Hernández
 
Como sensación curiosa cabe destacar las ganas de seguir adentrándote en sus claras aguas tras el cartel de peligro, afortunadamente nuestras mentes sensatas nos muestran el camino de salida en dirección opuesta al cabo guía que comienza en ese punto.
 
Fotos, vídeos, risas y un desagradable final (que nada tiene que ver con el buceo y que no voy a mencionar) es lo que nos llevamos. La experiencia ha sido fantástica y aquí sólo relato una pequeña parte, el resto queda para nuestras memorias y nuestros encuentros.

Foto: Francisco J. García